Las organizaciones están vivas, mantienen muchas similitudes con quienes las crean y las mantienen día a día, en este modelo de mundo que vivimos la mayoría de ellas operan de forma “inconsciente”. Su forma de gestión y de desarrollo esta empujado por la inercia, allí donde creen que marca el mercado,  van,  sin tener en cuenta unos valores a los que ser fiel.

El día a día en las organizaciones lo marcan la rapidez, los objetivos, el estrés, el automatismo,  todo es ya y es inmediato  y como resultado.. LA REACTIVIDAD, el ser reactivos es la consecuencia más común a la hipervelocidad y los cambios súbitos de ritmo y de procesos, el hecho de tener que salir de la zona de confort da miedo.

Las empresas no se hacen preguntas como, ¿para que sirven o como pueden ayudar mis productos al mercado? ¿Cómo se encuentran o que piensan mis trabajadores? ¿En qué estado de ánimo están operando e interrelacionándose con nuestros clientes?, o..  ¿cuál es el impacto que tenemos como organización en la sociedad?

La gran mayoría no tiene tiempo para reflexionar sobre estas importantes cuestiones, FUNCION Y FUNCIONAMIENTO, lo único importante es el lucro, la máxima rentabilidad y por supuesto a CORTO PLAZO. Este es un comportamiento comprensible y legítimo, pero está basado en un instinto de supervivencia donde “el fin justifica los medios” sin embargo ¿Es sostenible y saludable a largo plazo?

Estas organizaciones piensan la única manera de salir adelante es ser competitivos y ambiciosos, esto se  pone de manifiesto en los mismos procesos de selección de personal, en los que esta forma de ser se percibe como de un gran valor.

Nos hemos acostumbrado a buscar resultados a tan corto plazo que ya casi nadie puede permitirse el lujo de ser “ético” pero no podemos dejar  que esta incomoda verdad se haga palpable, por tanto utilizamos la publicidad, y el marqueting, para hacer creer que damos servicio, así mostramos una máscara que nos dota de esa impunidad en la que necesitamos creer.

Sin darse cuenta que esa actitud solo genera empresas vacías y enfermas, en las que trabajan personas insatisfechas, personas en las que día a día merma la creatividad y la capacidad de aportar valor a la propia organización..

Es pura lógica, hagámonos esta pregunta, ¿Cómo van a cuidar de nuestros clientes las personas que NO se sienten cuidadas?

La ignorancia de las organizaciones de no saber quiénes son les lleva a la huida de lo único que puede salvarlas, el cambio y la transformación empresarial. Es una paradoja ¿verdad? A pesar de los esfuerzos por sobrevivir están condenadas a desaparecer.

Este es simplemente el resultado de estar desalineados con nuestros valores como empresa, no hablamos de aspectos etéreos y  quiméricos, hablamos de valores que guíen nuestros pasos y nos permita actuar con las ideas en las que realmente creemos.

Para que esto suceda, en primer lugar la organización debe someterse a un proceso de vaciado desde el que debe “autoconocerse” y así reconectar con sus valores. El modo en que descubrirá su propósito llegara en la medida que sea capaz de contestarse a la pregunta  ¿Para qué quiero que sirva lo que hago?

No tiene sentido preguntarse si la honestidad es rentable, es tan evidente como preguntarse si ser amable se percibe de forma agradable, el nuevo paradigma económico y empresarial del SXXI, es que la ética y la rentabilidad deben ir de la mano, básicamente por cuestiones de sostenibilidad.

Es cierto que a priori puede estar reñido con el beneficio a corto plazo pero esta dinámica nos generará relaciones profesionales medio y  largo plazo, basadas en la confianza y el respeto, que acaban por ser mucho más satisfactorias y rentables.

Por tanto, el reto consiste en inspirar a las personas que forman parte de nuestra organización para emprender proyectos que creen valor a través de los valores humanos, y aunque esto no se puede imponer, SI se puede enseñar, sobre todo con el ejemplo,  ¿quién quiere ser deshonesto cuando le tratan con respeto y honestidad? Aquí el liderazgo ético tiene una gran responsabilidad. Cambiemos la formula, “estamos aquí para ganar dinero” por “estamos aquí para crear riqueza”.

Yolanda Garcia – Sfera Serveis-

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